AYÚDAME, SEÑOR, a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme y a responderles todas sus preguntas con amabilidad. Evítame que los interrumpa, que les dispute o contradiga.
HAZME cortés con ellos para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de confesar mis errores y de pedirles perdón cuando comprenda que he cometido una falta.
IMPÍDEME que lastime los sentimientos de mis hijos. Prohíbeme que me ría de sus errores o que recurra a la afrenta y a la mofa como castigo.
NO ME permitas que induzca a mis hijos a mentir y a robar. Guíame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad es fuente de felicidad.
MODERA, te ruego, la maldad en mí. Evítame que los incomode y cuando esté malhumorado, ayúdame, Dios mío, a callarme. Hazme ciego ante los pequeños errores de mis hijos y auxíliame a ver las cosas buenas que ellos hacen.
AYÚDAME a tratar a mis hijos como niños de su edad y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos. facúltame para no robarles la oportunidad de confiar en sí mismos, pensar, escoger o tomar decisiones.
OPÓNTE a que los castigue para satisfacer mi egoísmo. Socórreme para concederles todos los deseos que sean razonables y apóyame para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les harán daño.
HAZME justo y ecuánime, considerado y sociable para con mis hijos, de tal manera que ellos sientas hacia mí, estimación. Hazme digno, Señor, de que sea amado e invitado con mis hijos.
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