domingo, 20 de abril de 2014

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor



Hoy es un día de mucha alegría, de inmensa alegría para toda la comunidad cristiana y para ti y para mí, querido amigo. ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado el Señor! En la Iglesia hay celebraciones, unas más destacadas que otras, y hoy es una de ellas. Hoy, día de la Pascua de la Resurrección, porque, querido amigo, si Cristo no hubiera resucitado, sería vana nuestra fe, como nos dice san Pablo. Por eso celebramos con gozo desbordante la Pascua del Señor. Es la fiesta de nuestra fe, es la fiesta de la esperanza, es la fiesta de la alegría. Escuchemos con cariño, con alegría y con fuerza el Evangelio de san Juan, capítulo 20, versículo 1 al 9: 
  
 El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro. Se adelantó y llegó primero al sepulcro e, inclinándose, vio los lienzos tendidos, pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos. Los dos discípulos se volvieron a casa. Jn 20,1-9 

  
Querido amigo, éstos son los primeros momentos de la noticia de la resurrección. Muy de mañana María Magdalena, María —la madre de Santiago el menor— y María Salomé, llenas de amor, de cariño, de dolor, van camino del sepulcro llevando frascos de aromas, ungüentos y todo lo propio para el embalsamiento del cuerpo de Jesús, puesto que en la tarde del viernes se había hecho rápidamente. Y se encuentran con la noticia de que Jesús no está allí, ¡ha resucitado! Éste es el camino de inicio de muerte a la vida, el primer testimonio de la resurrección. El privilegio de María Magdalena, que luego va a avisar a Simón, y
La gran noticia:

!!! Cristo ha resucitado !!!

  Las actitudes de muerte, de miedo, de falta de fe, de falta de esperanza se cambian cuando uno se encuentra con la vida, con Jesús, con la alegría. Es el contraste del sepulcro vacío y de la vida; y el contraste del miedo con el “vieron y creyeron”. Algunos pensaban que a Jesús se lo habían llevado, que no estaba… pero Él está, Él ha resucitado, Él es el Dios de la vida. Se equivocan, me equivoco. María Magdalena fue al sepulcro a llorar su pena por la muerte de Jesús y Jesús le dice: “Ve y dile a mis hermanos que me verán en Galilea”. El gran mensaje que nos transmite hoy: “Id y decid a todos que el Señor ha resucitado”. Es el fundamento de nuestra fe. Es la alegría de romper todo: el odio, las discordias, todo lo que es destructivo; y vivir el amor, el gozo, la paz, la alegría. Estos dos textos tan bonitos en que las mujeres… y cómo van corriendo… muy de madrugadaellas quieren ver todo deprisa… pero se encuentran con la alegría de la resurrección: “¡Ha resucitado! ¡No está aquí! ¡Id y allí lo veréis! Allí está, en Galilea, ¡alegraos!”.
 
Querido amigo, hoy es la fiesta de la alegría, ¡alégrate!, pídele al Señor esa
gran alegría. Realmente nos sorprende… ¡Jesús resucita todo! ¡Jesús está vivo! Vive, levántate, deja tu sepulcro, transfórmate, ilumínate, porque el Señor cambia tu vida y la mía, el Señor nos asombra, el Señor nos llena de gloria. María Magdalena, Simón Pedro, todos los discípulos, todos iremos a tu sepulcro y vendremos llenos de alegría. Iremos donde estás Tú y donde puedes estar y así nos llenaremos de la verdadera luz y la verdadera fiesta que eres Tú. Jesús ha resucitado, ha vencido todas nuestras muertes.



¡Día de alegría, de ilusión, de fuerza! 


En silencio tenemos que pedirle al Señor que celebremos esta gran noticia: Cristo estaba muerto y ha resucitado, ha muerto en la cruz por mis pecados y por los tuyos y vive para siempre, nos ha redimido. La experiencia de la transformación, la experiencia de la alegría. La resurrección da sentido a nuestra vida, es la base de nuestra fe, es el fundamento de nuestra esperanza. Todo ha terminado. Si nos hubiésemos quedado en la muerte, sería un fracaso, pero la cruz nos lleva a la vida, a la resurrección. 
 
Querido amigo, entremos en la vida, entremos en la esperanza, entremos en la ilusión. La gran noticia: el Dios de la vida ha cambiado nuestra vida, por eso tú y yo tenemos que ir y comunicar: ¡Cristo vive! ¡Cristo ha pasado por mi vida! ¡Lo he experimentado! ¡Está en mí! Alegría, ilusión, fuerza. ¡Cristo está vivo en mí! Llénate de alegría hoy y disfrutemos también muchísimo de la resurrección. ¡La Iglesia hoy ya es aleluya, aleluya, aleluya! Tú has resucitado, Tú has triunfado y me has hecho salir de la muerte a la vida. 
 Pero un compromiso, querido amigo, en la Pascua: una vida nueva. Si hemos muerto con Él, busquemos los bienes de arriba, no los de la tierra, convirtamos nuestra vida en una vida nueva, que no sólo son palabras, sino que es vida de fe, de esperanza y de ilusión. Querido amigo, con las mujeres llenémonos de alegría, con las mujeres llenémonos de ilusión y así, con ellas, corramos hacia el Señor y Él nos dirá: “Comunicad que Yo estoy vivo y que estoy en tu vida, en tu compromiso, en tu fuerza, en tu ilusión, en tu alegría”. 
 
!!! Alegría, aleluya, Cristo ha resucitado !!!

Comunica esta gran noticia por donde vayas con tu testimonio y con tu presencia y con tu fuerza de fe. Querido amigo, es el día de la fiesta, el día de la alegría. 
 



!!! Aleluya, aleluya !!! 




!!! Cristo ha resucitado !!!

  

Que también sea así en tu vida y en la mía, querido 



amigo.